lunes, 3 de marzo de 2008

LLUEVE. Y no llueve como cualquier día, llueve como un sábado del primer día de marzo, llueve con ganas de andar queriendo mojar toda la gente que sea posible; los ángeles están aburridos, y en la oscuridad precoz hacen travesuras.

Yo camino por la calle luchando con mi paraguas negro y con la gente, rogando no llevarme ningún ojo ajeno adornando alguna punta desnuda y metálica de mi paraguas-murciélago. (Por que los paraguas hacen acordar a los murciélagos.. es más, hay una canción hip-hop muy graciosa de un grupo francés que es la historia de un murciélago que se enamora de un paraguas).
He aquí, entonces, el paraguas asesino y yo, rumbo a casa luego de una atareada tarde en un club un poquito pretencioso y bastante cálido. Y ya acá, mientras fluía en este, mi delirio sufrí el efecto desruptor de alguien que insiste en una de estas ventanitas tan estúpidas de messenger que titilan en naranja y así olvido la próxima frase..la magia infinitiamente frágil se desvanece y ya no es lo mismo, el hilo se quebró, hay que anudar, enhebrar de nuevo y adelante. Llena de parches mi narración. Una narración cosntruída de borbotones de palabras e imágenes pegoteadas a mi capricho, hijas del caos, felizmente acogidas a la lumbre de mi computadora. Afuera la tarde-noche oscura y lluviosa.

Bernarda bernarda*

Me dejo llevar por mi interior. Burbujea tranquilo, proyecta imágenes. Una pequeña flor busca apurada y sonriente cintas y cintas de peliculas de recuerdos, ideas, lo que venga, las engancha en el proyector, se enredan, me enredo en imágenes..Otra Flor, también en alguna parte del gran mapa interno está bailando bajo la lluvia, los brazos abiertos, la nuca hacia arriba. Sabe de la Flor de la sala de proyecciones (llena de polvo como debe ser) y se rie..somos muchas acá adentro. Cada una en su actividad.

Y a mi se me figura -que forma de empezar una frase-, se me figura que me pierdo. Porque no está todo tan unificado como debería. Pero será lo que deba ser, y lo que quiero que sea. Y solo quiero el bien. EL BIEN, grito, alzando la copa. En la mesa en herradura, todos se levantan, en la sala del castillo hay un eco que retumba producto del brindis. Todo es vestidos plisados, hombres con cuellos almidonados llenos de blancos firuletes de tela, en al mesa frutas y cerdos silenciados con rojas manzanas...Generosa fantasía. Nunca es suficiente.

Qué bueno. Sí, qué bueno. Un poquito de lluvia para humedecer mi alma, ablandarla..el agua es buena para la tierra. Mi jardíncito.

Tengo hambre. Hambre monstruosa, ruge y me aprieta las entrañas. Está aburrido, ahí dentro sin nada para hacer (mi Hambre). Está muy despierto, quiere sentir el placer languido de estar satisfecho. Mi monstruo mira para arriba..del agujero no viene nada. No cae nada. Observa las paredes de tejido galndular que lo rodean...viscosas, brillantes, suaves...acerca una mano y pellizca mi estómago. Mira para arriba esperando reacción. Qué hammmbreee, murmuro involuntariamente mientras sigo tipeando no se qué historia de un monstruo hambriento.