domingo, 1 de junio de 2008

Noche II

Espíritu. Vago adormilada. Mundos de fantasía, escenas imaginadas de libros. Tensión en una guitarra, contrae mi alma, se distiende, me duele, me libera de a poco, presión y estallo controlada, me alejo,montada en la música que construyen sin esfuerzo seis cuerdas. Languidez y algo que arde creciente y me llena de tibio calor. Dorado y tarde, un monte y otra vez el sonido que estalla sin estruendo, se desvanece suave pero intensamente.

Sobre un caballo negro en movimiento, casi viento, casi música. Mis dedos aprietan el marrón de las riendas..no retuercen el cuero, retuercen su color. Fantasías sólo posibles en la mente. Mi mundo interior se dilata y ya casi es más grande que yo, atraviesa mis límites físicos, mi piel es una barrera solamente en esa otra realidad.Mi alma es luz y ya inundó la habitación en la que escribo. Estos segundos de consciencia se pierden de nuevo, tapados bajo las nuevas olas de sonido. Arpegios de madera astillan aquello denso que exhalo. Desde afuera tal vez pueda verse, tenue a los ojos de la realidad más sólida y más práctica, mi interior irradiando a través la ventana.

http://www.youtube.com/watch?v=_pbvJPi-Bjk



Si pudiera cumplir cualquier deseo, el primero sería conocer el fondo del océano.
Estoy casi segura: en el fondo del océano no hay nada.
Tal vez este yo esperándome.


Océano. Azul, negro. Caos de materia amándose a si misma, dividida en infinitas aguas; sólo puedo ser tragada. Hundida sin poder luchar; el océano se ama a si mismo, y odia a todo el que sea menos que él. Desciendo suavemente en la profundidad silenciosa; el azul es casi negro. Sólo algún habitante fantasma me roza, exhala su aliento acuoso y salado cerca de mi piel. Observo todo con calma. Olvido que todo está perdido, no me angustia. Solo siento el agua empujándome hacia abajo, las aguas se pasan mi cuerpo, acariciandome con afecto encubierto. Saben cuantos sueños inquietantes tuve con ellas.

La presión aumenta más y más hasta que me siento estallar. Mi cuerpo inerte tiembla y de repente ya no hay presión y el agua no es fría. Desciendo aún un poco más, y mi cuerpo queda como suspendido sin tocar la suave arena que sostiene tanta agua. Tengo la extraña certeza, como si alguien me lo dijera al oído, de que estoy en el corazón del océano. Me rodea solamente azul; un azul-verde intenso oscurecido por sombras movedizas. Espero. Se que estoy esperando, aunque no sepa qué.

Pasan minutos de azul infinito. Tal vez no sean minutos. Observo mis manos...se ven más grandes y, bajo el agua, uno entiende que nuestras manos son ordinarias.
En el movimiento brusco de mis dedos casi puedo adivinar con una mezcla de placer y horror, el azul de unas membranas, el brillo de unas escamas en lugar de uñas.
Mis uñas rosadas brillan con un tornasol nacarado.

De repente, un temblor, tan fuerte, tan potente que todo el océano si es posible, tiembla. Un sonido muy grave se abre paso desde lejos entre las aguas que agita, hasta estallar en todo su poder frente a mi.

Cierro mis ojos entregada. Silencio absoluto.

"Océano", modula una voz demasiado grave, "Oéano soy yo. Eres polvo, el polvo más miserable, más minúsculo. No puedo siquiera tragarte, sólo moverte sin voluntad de hacerlo, en el tránsito de mi existir. No eres necesaria en este, mi mundo. No formas parte de él ni aún estando aquí"

Sus palabras no me afectaron. Al contrario, una paz casi más grande que el océano entero, crecía extrañamente dentro mío. No dije nada, y percibí sorpresa de aquel gigante que me despreciaba.

Esta fuerza creciente se expandía con contundencia, algo inexorable y cierto se había fundido en mi interior sin saberlo y ahora me poseía recorriendo mis venas.

Mis manos brillaban doradas clareando el azul a mi alrededor, en cuestión de segundos me había vuelto luz. Una luz que había ocupado todo el azul. Luz. Ninguna otra cosa.

Luz blanca.

Silencio y una voz nueva: "Nadie es más que otro. Porque cada uno de nosotros somos todo. El resto es ilusión. Las ilusiones pueden ser inmensas. Pueden devorar mundos. Pero esos mundos no existen, son esencialmente uno solo. La Esencia es una sola; y en su divino aburrimiento se divierte: juega a dividirse y devorarse. Somos un juego efímero y mágico de una sola materia. El único sentido es experimentar ese destello transitorio aspirando a captarlo en su total dimensión, con el más hondo de los agradecimientos; circunscriptos a un eterno y único presente."

Luego olvidé todo.