martes, 2 de noviembre de 2010

Lalalalaaa

Una vieja bruja me habita y procura que diga, actúe y/o imagine toda clase de niñadas, y me divierta como loca. Y la mayoría de las cosas que preocupa a la gente me preocupen poco y nada.
También vive en mi una niña grave que me empuja al cielo y pretende hacer de mi una santa, y no me permite burlarme de nada ni nadie. Tan sólo, de mi misma, como reto.
A ella le preocupan las cosas que no le preocupan tanto a nadie.

Un elefante corre subterráneo por las venas de mi espiritu y me alimenta invisible. Un perro me recuerda lo animal que no es triste ni injusto, simplemente feroz y real.

Una araña me anestesia de temores irreflexivos e inconcientes.
Una llave me persigue en sueños. Enorme y reveladora.

Errante vago descalza en un desierto ilimitado, mientras mi vida transcurre agitada en el quehacer diario y trivial.

Un árbol creciendo en una calle me recuerda la fuerza de lo natural entre la muerta mente concreta que a fuerza de miedo procura suelos solidos y prolijos y asifixiantes. Mis alas pugnan por romper mi piel y desatar la ceguera mental.

Entre rosas rojas aspiro un perfume mortal. El amor me vuelve carne y la carne me vuelve melancolica de cielo.
Entre extremos devengo fantasma, mi imaginacion exaltada se apodera de mi y las fronteras tiemblan con las estrellas.

Pero luego soy risa o vulgaridad y recompongo lo absurdo de esta vida nunca unilateral, que de tan rica es imposible aprehender.