lunes, 8 de octubre de 2007

Historias hiper pedorras

Un beso. Venía creando ondas dentro mio, por la faringe. Venía desde adentro, desde lejos. No se bien de donde. Algo que vieron mis ojos, algo que aprehendi casi sin saberlo creó una reacción en mi; algo, que pudo haber sido tangible como una reacción química o intangible como..quien sabe qué! una contracción de algún músculo del alma?, algo cambió. Hizo click o algún otro sonido o silencio particular en la sinfonía de sonidos fisiológicos que viven allí, en mis entrañas y ese beso nació. Nació chiquito y fue creciendo, agrandándose, ganando valentía a medida que subía por mis tubos respiratorios..o digestivos, y de repente me sorprendió llenando mi boca. Se inflaron mis cachetes y ahí estaba, lo entregaba o lo iba a largar como un vómito, involuntario y sin objetivo. por supuesto sabía a quién debía ser entregado. El problema era que, quien inspiraba semejante beso espontáneo y entusiasta, no lo sabía. Es decir, no conocía y menos aún podía siquiera imaginar mi situación. De haberle advertido previamente con algunas miradas significativas que era de mi particular gusto, no hubiese quedado tan mal parada. El tema era que mi beso era urgente y yo desdichada. Transpiraba mientras mis cachetes se inflaban cada vez más y mi lengua se agitaba dentro de mi boca. El culpable de mi extraña turbación me observaba curioso..yo trataba de sonreir fingiendo una mirada concentrada, como si tuviera algo atascado en un diente que molestaba tanto que no podía dejar pasar más tiempo.

Y entonces ocurrió.

Di, no yo, sino mi cuerpo, dos pasos a los tumbos como un zombie come carne y caí sobre él. Abrí la boca, y mi beso, voraz, expectante y enloquecido, buscó la suya..fue un trabajo de asombrosa coordinación: mis labios se adhirieron a los suyos y mi lengua pasó entre ellos, rápida como un rayo para chocar húmeda y suave contra su lengua. Fueron segundos tan solo. Yo lo dejaba hacer, a mi beso. El me separó, y yo, ya liberada de mi yugo, di media vuelta y me fui. Nunca más volvería a verme.

Ya nunca podría explicarle que lo conocía son conocerlo..por otros gestos. Porque había conocido a alguien como él. Que era perfecto para mi. Y menos aún, que yo era perfecta para él.