miércoles, 5 de noviembre de 2008

Floreana producciones presenta... "Embrollos" y Un cuento: Playmobil

Florena producciones, luego de infructuosos intentos de hacer arte elevado, presenta... "El Embrollo"

En algún tramo del largo camino de vida emprendido por nuestra amiga, perdió su todopoderosa maravillosidad interna, responsable en definitiva de una forma inflamada y entusiasta de ver el mundo; hecho que junto a un codiciado equilibrio constituyen responsables absolutos de una infinita seguridad y autoestima. (Si uno ve todo maravillosamente, tb puede verse a si mismo maravillosamente). Hoy día, Floreana boya entre reuniones de amigos, nostálgica de ideas novedosas y delirantes. Moqueando maricona y espiritualmente, asume una realidad contundente, despojada de tierna fantasía y seca, como sólo un chiste de doble sentido puede serlo. A fuerza paciente, sin querer queriendo, ha logrado la construcción de una poderosa "malla" conceptual, que desgraciadamente, encierra todo hecho o esencia inauditos o convencionales en una larga red de secuencias esenciales y lógicas, formadoras de una ley cósmica e incomprensible. Nada se le escapa a Floreana. Soberbia y soberano embole en consecuencia. Y como la tentadora búsqueda de comprensión de esta Ley Cósmica es algo renuente a aparecer en la cotidianeidad, entre covnersaciones grupales o interpersonales o momentos de amada soledad, Floreana ha encontrado que se aburre de los demás, pero ante todo, de sí misma. Cómo saldrá de semejante embrollo Floreana? Acompañe a nuestra vanidosa amiga por los túneles de una ciega búsqueda de riqueza interior en los rústicos caminos de nuestra era.
Ella estará más que agradecida.


...............


En fin. En fin y en definitiva, todo será cómo deba ser. Pero, no es ético abusar de la generosidad del destino, por lo tanto invoco mi vieja magia interna. Magia, como ideas puras y refulgentes de divinidad elevadora o tontería pueril, fantasías que me lleven al séptimo cielo sólo de imaginarlas. Magia que, una vez fuera de mi casa, seguía escondida detrás de mis pupilas y aguzaba mi mirada, hasta encontrar cosas sorprendentes en todo lo que me rodeara.

MAgiaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!
Magiaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!! Donde tasssss????? me abuddooo.-...


Silencio. Silencio, sólo silencio. Y yo acá, esquivando el sinuoso camino lógico que finaliza en el rendimiento de un maíz. O de varias hectáreas de éste. De éste, por ejemplo, en Pergamino. En Pergamino no hacían mucho maíz no? En fin y en definitiva.

Vamos a hacer magia si esta no viene a mi.

Imaginemos. Una terraza. Un playmobil olvidado en una maceta. Una maceta blanca, en una esquina, a la sombra de un atardecer pleno de verano. Un pequeño y verde arbusto por encima de la cabeza de Playmobil. Alguna plantita pequeña de flores igualmente pequeñas, azules que clarean en el centro. El Playmobil se está quieto. Sueña con su próxima aventura, una vez que la niña y el niño de la casa, suban y lo encuentren! Torso rojo, pantalones-pierna azules. Cabellos negros. Sonrisa férrea. Tiene alma de aventurero, de pirata. Un viento suave amenaza con volcarlo y negarle la visión del resto de la terraza. Playmobil está acostumbrado a resignarse a la voluntad del entorno, sea persona, perro, lluvia o viento. Tiene, como contrapartida, una gran imaginación en cabeza de sus dueños, que le hacen vivir toda clase de hazañas y restricciones propias de la batalla, de expediciones y hasta encuentros con tugs y otros indígenas temibles. Aunque a veces, lamenta que la niña de la casa no lo elija lo suficiente cuando utiliza los otros compañeros de la caja rosa. Allí vive la mayoría del tiempo, Clara. Clara tiene vestido rosado, y es rubia, y es ama de su casa..y...la casaron con alguien mayor parece. Playmobil no se animó a preguntarle la úlitma vez que se vieron. Pero el inmutable compañero de Clara tiene barba y hasta unos impertinentes de oro, elegantemente dibujados sobre su cara.

"¡Viejo!" gruñe Playmobil. "Un día te voy a atar a la tortuga, para que te pierdas entre los pimpollos de rosa china tirados, y la mugre, y las cucarachas que circulan cada noche." Playmobil sueña, porque a menos que eso se le ocurra a algún individuo no-juguete, las cosas seguirán como están. Así nomás. Lejos de Clara, piensa y aprieta la sonrisa.

La tarde transcurre dorada, y poco a poco, Playmobil nota como unos algodones grises van encapotando el cielo. Enfrente, en una maceta medio derruída, una hormiga anormalmente grande, prueba unos bocados de la planta "orejas de conejito".
Playmobil oculta a si mismo su orgullo dolido. Cómo pudieron olvidarse de él, que fue uno de los primeros que tuvieron los niños, y uno de los únicos que siguen enteros?. Algunos compañeros se fueron quedando calvos, mancos...alguno en patio vecino. Y él sigue, joven, valiente. Recuerda la aventura anterior. Estaban en el barco del capitán Cazador (el padre de los niños obra de capitán y cazador de fieras), junto con Mowgli el negro y Cha, el chino borracho, a él mismo lo manejaba la niña, que lo tiene entre sus preferidos (gime Playmobil). Llegaron en barco y por aire al pequeño paraje de a mesa del living de mármol. Era de noche. Anclaron sobre una silla aterciopelada, poniendo cuidado en estar cubiertos por el respaldo tallado de la misma. Entre los enormes agujeros de la madera, pudieron espiar un rato. En la mesa rojiza se llevaba a cabo una reunión. Una pequeña embarcación de una vela, con mascarón de proa de cabeza de dragón, albergaba unos cuantos tripulantes. Estaban cubiertos de unos mantones, pero por las patas parecían los viejos soldados de ´plástico del niño. PLaymobil se preguntaba que estaría tramando el padre de los niños con semejante reunión. Sentado sobre la mesa, en un sencillo banco estaba el temido capitán de plomo Halifáx, de Calcuta según había oido decir. A su alrededor unos dos playmobils desconocidos (seguramente una adquisición secreta del padre) lo secundaban. Una fogata hecha por unas velas, iluminaba toda la escena. De pronto, todos los presentes escucharon decir. " Acá esconderemos el tesoro entretanto nos hagamos del tesoro de Cazador. No digais nada en los puertos cuando os emborracheis, porque sereis carne para mi sable." Playmobil intercambio miradas entusiastas y llenas de codicia con sus compañeros. Los niños se miraban entre ellos de igual forma. Esperaron unos instantes más, y Halifax y los otros subieron a la embarcación negra. Recordaba la forma de una caja de leche, pensó Playmobil, observando que la lengua roja y horrible que salía de la boca del dragón o víbora de proa.

Una vez que estuvieron seguros de que se encontraban lo suficientemente lejos como para no verlos, Cazador tomó el timón y se dirigieron al lugar. Playmobil prácticamente voló hasta el cofre, en manos de la niña. Cazador los miraba un poco como un padre, satisfecho. Abrieron el cofre y ante ellos, montones de monedas de oro refulgían con deliciosa violencia.

PLaymobil volvió en sí con un gotón de lluvia que le dio de lleno en un hombro.
La hormiga se había ido y ya casi anochecía en la terraza. Lo bueno de la lluvia era que no iba a haber cucarachas o arañas. Alguna vez, después de unas demasiado largas vacaciones de los niños, había sido atacado por una araña, que lo rodeó inunmerables veces en un cajón, llenandolo de esa desagradable y pegajosa cosa, que lo hacía trampa para pequeños insectos. Playmobil tuvo que observar todo ese verano, como la araña masticaba aquellos indefensos insectos que se debatían, pidiéndole una ayuda que no podía brindar. Lo único bueno aquella vez había sido Clara. Estaba cerca, metida en una cama de sábanas duras. Junto a ella, en el sillón de respaldo alto, el viejo. Viejo degenerado, pensó Playmobil.
Pronto, Cachula, el viejo sapo del niño empezó a croar, y a pesar de su humillante situación, Playmobil, sintió su sed de aventura subirle al rostro. Si alguien lo hubiese encontrado en ese momento, no habría dudado de que Playmobil era algo más que un Playmobil. Las gotas se volvieron más pequeñas pero lo cubrieron todo como una espesa cortina. El barro comenzó a saltar sobre su torso. "No me importa, llenenme de barro, que Clara será mía", rugía Playmobil, solito en la soledad del diluvio, en la terraza de Saavedra.

Una familia de bichos bolitas se protegía debajo de una hoja cercana a él. Los vio hacerse bolitas todos juntos, dándose calor, buscando a algún pequeño que el agua que comenzaba a correr en la maceta, hbaía arrastrado.

Playmobil sintió nostalgia. Había sido creado para ser duro y guerrero. Duro y guerrero mientras durara su vida útil. Y si su vida útil no alcanzaba para conquistar una tranquilidad junto a Clara?

Playmobil, parado en una especie de isla entre dos correntadas de agua, pensó entonces: Clara. No te amo nada. Y calló.

La noche fue larga. Tuvo un amanecer un tanto violento: un gorrión picoteaba su cara, confundiéndolo tal vez con un pedazo de pan, empujándolo contra el arbusto, quedando al menos casi parado. Pasaron algunas horas, y de repente oyó el rechinar de la puerta de la terraza. Y cerca de la base de esta, unas manitas empujándola.

Era ella!!!!! La niña!!!!!

" ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ACAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!" quiso gritar Playmobil, pero sólo se oía el piar del gorrión que le contaba a sus compañeros del fiasco que se llevó.

La niña traía la caja rosa!!!! Playmobil pensó en lo sucio que estaba. Y...bueno, no quería que Clara viera que había sido olvidado como los juguetes aburridos.

La niña expuso los contenidos de la caja en el piso, no muy lejos de la maceta de Playmobil. Estuvo jugando un rato. Casi no hablaba, solo los movía. El niño, cuando jugaba solo, solía adjudicarles voces, la niña no. En algo se parece a nosotros, pensó Playmobil. Pero, de repente, en un rapto de locuacidad, Playmobil oyó decir a la niña "No, dejalo al abuelo en paz, vamos a explorar" y tomando a Clara y un pequeño gatito anaranjado, se acercó a la maceta más cercana. Playmobil no cabía en si mismo de la alegría. La esperanza levantó su voluntad caída. Lo primero que pensó fue " no es el esposo" y lo segundo fue " cómo atraigo al gorrión para que llame la atención de la niña". En seguida, una mariposa pequeñisima y roja se posó muy cerca de él. PLaymobil hizo fuerza para recordar el lenguaje universal de todas las cosas, que nosotros hemos olvidado, y dijo a la mariposa. "Hola hermosa mariposa, cuánto te queda de vida?". La mariposa lo observó sorprendida y le respondió en un dulce y agudo tono que le quedaba como unos minutos, que precisamente, había venido a posarse allí para morir. Que gracias por el elogio, pero que si lo disculpaba, tenía la necesidad de callar.
Playmobil, usando toda su dulzura y poder de seducción, le contó en pocas palabras su situación, y cuánto deseaba el amor de Clara, que tan cerca estaba. Le contó del joven gorrión hambriento y calló. La mariposa lo observó con una mirada triste y penetrante, y le dijo que sabía de amor, pues ese, su único día de vida, había conocido el amor, pero sólo cuando ya no tenía fuerzas para conquistar. Y que, si no había podido conseguir amor, al menos, ayudaría a Playmobil a conseguirlo. Con sumo esfuerzo, hechó a volar, acercándose al árbol que sombreaba parcialamente la terraza, y sus brillos prendidos, inmediatamente captaron la atención del grupo de gorriones. Entonces, hechó a volar dadno circulos y semicirculos, esquivando los gorriones que la sobrevolaban un poco por hambre, y otro poco por deporte, hasta llegar a Playmobil. La niña miró sorprendida la batalla de la mariposa, y cuando se acercó al lugar, estos huyeron espantados. Observó a la pequeña mariposa, que resoplaba con fuerza, y luego clavó la mirada en su juguete. "Acá estas!!!! pensé que te había perdido! " . Lo tomó, pasándole la mano para limpiarlo, y lo llevo junto a sus otros juguetes. Y callada nuevamente, como solía jugar ella, tomó a Clara y los depositó en una hermosa maceta, llena de plantitas de flores. Y, callada también, los acercó uno al otro, y los hizo besarse. La niña disfrutaba de sus incipientes sueños de amor, y Playmobil declaró el suyo por Clara.
Esa noche, cuando el padre de los niños preparó una nueva expedición, la niña insistió a su hermano, en llevar a Clara de tripulante también.


THE END juazzz me voy a estudiar Granos y Forestal! Soy o no soy una niña? el próximo va a estar lleno de suspicacia y amargura y cinismo :P

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