lunes, 30 de agosto de 2010

Melancolía suave y queda

De botones están hechos mis ojos

Son ojos de muñeca defectuosa y de tela.


No quiero temerle a nada.

Los fantasmas ancestrales anidan en mi pecho como en tantos otros.

Pero la tempestad en mi corazón es infinita y auténtica.

Y ahoga todo, incluso el miedo.


Solo puedo desahogarme

tomando las armas, entregándome entera.


El tiempo se detiene

y en el aire las pequeñísiams partículas brillan suspendidas

En el bosque vuelvo a encontrarme en sueños.


Hace tiempo lo dejé

empujada por una explicable necesidad

En el bosque esquivo y ambiguo

me encontré vagando desde pequeña.

En un principio las hojas y los árboles atraían mi atención

un haz de luz atravesando las copas

podía absorberme intensamente durante horas.

Los perseguía en su camino descendente a través de la hierba silvestre.

Reflexionada atenta en esto y aquello,

la luna me encontraba rendida de sueño

observando las estrellas entre mis parpados entrecerrados.

Embriaga de cielo y eternidad.


Pero sobrevino, cierto día

una gran inquietud

que creció en llama

y comenzó a quemarme viva.

Mi pensamiento se volvió turbio y compulsivo

una sensación extraña comprimía mi vientre;

Presumí que alguna extrañeza había de estar creciendo en mí.


Un día sentí la furia áspera y seca subirme por la gargante.

Y grité.

largo rato y con todas mis fuerzas

que en ese momento, eran muchas y bien negras.

Cuando me quedé sin aliento,

encendida como una brasa,fui conciente;

algo había cambiado.


El bosque me repelía

Sin pensar, huyendo bajo el azote de mi mente como una pobre infelíz

Corrí días enteros.

El bosque parecía no tener fin

y mi corazón latía temeroso junto a la locura.

Un día, al atravesar un grupo de árboles muy cerrados,

el bosque terminó.

Al frente

un paraje árido y desnudo se extendia silencioso.

En el cielo opaco refulgía el sol más blanco que hubiese visto.

Apreté las mandíbulas y mis ojos derramaron lágrimas

No parpadeé.

Y con la cabeza en alto y la congoja golpeandome el pecho

eché a andar.


Me empuja algo más fuerte que cualquier traba.

La batalla entre mi monstruo y mi divina humanidad.


Aqui están mis pies.

1 comentario:

Matias dijo...

"Solo puedo desahogarme
tomando las armas, entregándome entera".

la mujer y el arma
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