sábado, 5 de diciembre de 2009

Delirio e historia de amor (no se me acuse de dulce-de-lechera- Lo soy..

Primer acto

(Se abre el telón,más que abrirse mis dos asistentes enanos con sendos gorros de duendes encasquetados hasta las orejas van de mala gana y descorren las cortinas. Son de terciopelo bordó, las conseguí en Once probablemente. Los duendes los heredé de algún personaje extraño del barrio que nadie nunca vio. Era anciano, y me contó que los enanos vivían para siempre, razón por la cual siempre alguien los heredaba)

-Aclaración para los menos imaginativos, cualidad que suele funcionar independientemente del sentido común, para gran curiosidad: todo esto lo invento por placer y se me acaba de ocurrir, ahora. Ya. Sale como vómito. No veo enanos ni tengo un escenario en el living. Pero me encanta montar el caballo salvaje del todo es posible. Ese caballo sí existe. Se nace con él o sin él.Es un animal que deleita y lastima- - Es grande y negro-

"Antes de que la autora omnipresente se vaya por las ramas, ejem, estimado público (N.d.A: el presentador es pequeño, ojos grandes, bigote fino y viste frac. Puede ser humano o alienígena o animal, como prefieran) quería presentarles este humilde primer acto. Su nombre es...(N.d.A: no se me ocurre nada...) es.... ATCHISSSSS (N.d.A: este Jorge es un groso, estornuda para darme tiempo)... es


"EL MOHIN"

-Para los que no conozcan el término, se refiere a algo así como una mueca, provocada por una emoción particular, por ejemplo, disgusto-

Había una vez una noche como cualquiera -el tipo que me contó esta historia laburaba para un diario alrededor de 1940 (porque viajo por el tiempo, por si no lo dedujeron), estaba todo el día tipeando informes y fumando mientras tipeaba y además de todo eso, inventaba historias sentimentales para que el diario no tuviera que pagarle a alguna escritora amateur y emotiva, asi que estaba canchero. Me regalo esta a cambio de un beso en la punta de la naríz- había una vez, decía, un bar como tantos otros. LLeno de humo y mujeres pintarrajeadas, vestidas a la siempre ridícula última moda, que reían con chillidos y uñas rojas. También, ese bar estaba lleno de hombres, entretenidos en echar vistazos cotizadores a las piernas que asomaban de las polleras de las mujeres mientras hablaban de política y campeonatos de fútbol y noticias extravagantes.

En medio de todo ese revuelo, los chillidos, los vozarrones, el humo, los sombreros y las polleras, en un rincón solitario, junto a un ventanal, una mujer. Joven, menuda, de ojos grandes y suplicantes. Del otro lado de la ventana, la noche sobre el Río de la Plata y negro.
Está tan sola la chica, que hasta a mi me dan ganas de acompañarla, me dice el tipeador del diario, guiñandome un ojo. Y entonces yo me pregunto qué sería de este mundo, por ejemplo, si uno pudiera acostarse con los personajes que inventa.

En fin. Una se hace muchas preguntas sin sentido.
Entonces, en medio de la algarabía alcohólica y bruta, alguien se para en el umbral. No se ve bien quien es, porque la noche de fondo es neeegra, y su traje, oscuuuuuro, y el sombrero le tapa la caaaara.
Pero sí puede verse que es hombre y alto y que hay algo en su porte que inspira mucho respeto. Alguno que otro avispado lo ha medido ya, y por las dudas se anda atento. (La naríz roja pero no boludo, diría yo).

El hombre da un paso dentro, y por la luz se distingue la elegancia de su traje finamente rayado, la anchura de su espalda y la seguridad de sus movimientos. Cualquiera diría que es un gigante, aunque no lo sea tanto.

La joven de ojos grandes y boca bella trata de observar mejor desde la lejanía de su rincón, esperanzada, apretando una servilleta entre las manos delicadas y bien formadas.

Entonces el hombre la descubre allí escondida, y su paso tiene un nuevo ímpetu cuando se acerca a la mesa.

El sombrero,inclinado sobre su frente, aún no deja ver sus ojos. Se detiene un isntante junto a la joven y observandola, dice "Carolina". Parece dudar unos instantes, la muchacha solo atina a mirarlo con la mentada mirada entre infantil y dulce y suplicante , y se sienta frente a ella.
Esa mesa parece ser la única del lugar adonde no llegan las luces amarillentas del bar.

Ella ha bajado los ojos y los posa en sus manos que siguen escurriendo la servilleta de algún agûita inexistente. Tal vez unas lágrimas no lloradas.

El permanece callado, pero toda su atención está sobre ella.
Su voz comienza a decir, algo ronca. " Podríamos haber ido a otro lugar, al café ese de Tucumán. Es más lindo...este no es lugar para vos Carolina."

Ella alzo la vista, serena "Me da igual donde. Nada más quería que estemos solos, estar segura de que nadie nos iba a ver." De nuevo se concentra en la servilleta.

" Yo...quisiera saber qué sentís qué pensás. Estás volviéndome loco, sabés." y extiende una mano como para tomar una de las de ella, pero lo que ha dicho hace reaccionar a la joven, que lo observa con ira desafiante. "Qué siento?? Qué pienso?? Eso nunca lo vas a entender, porque vos tenés rocas en el pecho. Nada más."
El aleja su mano indigando. " No sabés lo que decís Carolina. No lo sabés. Te pensás que estaría acá si no? ya te dije que con vos tengo algo especial, no puedo definirlo. Nunca me pasó. No te miento." agregó mirándola detenidamente.

Ella mantiene los ojos bajos, pero el movimiento de su pecho delata la conmoción que sufre.

"Es tan básico que no se si decirlo. No se si me estás cargando o simplemente sos así. Bruto, simple. Y aún así, te amo de una manera"..dijo y lo miró. Ël no pudo esconder una sonrisa de alegría que brilló en sus labios. Ella continuó " que jamás vas a entender. Porque como te digo, tenés piedras en el pecho. No corazón."

"Pero que es lo que tenés que decirme?"

"Que no sabés lo que es el amor. Cómo podés comparar el hecho de que estés acá o de que yo sea tu debilidad con la magnitud de lo que siento yo...El que estés acá es algo que haría cualquier hombre por mucho menos que amor, y jamás siquiera se le cruzaría por la cabeza a nadie ponerlo como ejemplo de la veracidad de su amor...Amar como te amo, es...es..." Carolina rompe en llanto cubriéndose el rostro. No le gusta que la vean llorar. Pero no ha podido contenerse.

Raúl la mira sorprendido. Ha visto a la joven pasar por momentos verdaderamente difíciles, ser abucheados junto a su padre por una multitud, ellos que antes se encontraban en el pedestal de la sociedad argentina...y nunca, jamás le vio siquiera una lágrima brillar contenida en los ojos.

Carolina se repone rápidamente y sigue "Cómo podés amar y ser infiel? Qué es lo que amás? de qué está hecho tu amor, que significa tan poco? Sin agregar el hecho además, de que haya sido con esas mujerzuelas reconocidas por su vulgaridad y obscenidad, lo que hiere verdaderamente mi orgullo pero aún más mi amor. Y tal vez, como hombre al fin y al cabo ingenuo que eres sin saberlo, pensarás que yo llamo "vulgares" a esas mujeres desde mi "puritanismo" y cuántas estupideces más pensarás...Pero la vulgaridad de la que hablo, es de todo aquello que ellas jamás podrán darte. Nada relevante sale de una noche de revolcarse en el fango. Ni una ni mil. Ni con ellas, ni con las actrices del Maipo, ni con nada que dure una noche. Estoy dandote algo, un potencial de algo que no puedes siquiera imaginar, si supieras..." la pasión en su voz que se había hecho tan intensa, decrece suavemente "Dios, no puedo creer que yo te importe tan poco como para comportarte asi..."

Raúl se mantiene callado, algo de lo que ha oído ha clavado un puñal en algún lado, pero no sabría decir donde exactamente.
Pero al menos se dio cuenta con cabal realidad de cuánto había lastimado a aquel ángel de ojos oscuros y de cómo la había ensuciado frente al resto. Ella que siempre había sido tan discreta y generosa. De pronto se sintió abrumado de vergûenza y dolor. Y aún así ella estaba allí. En aquel lugar roñoso, diciéndole aquello, con sus ojazos húmedos... La ternura y la vergûenza que se habían apoderado rápidamente de él, casi le hicieron pararse como reflejo para huir de la situación. Pero en vez de irse, corrío su silla para quedar sentado junto a ella que lloraba nuevamente sin mirarlo, y le tomó ambas manos.

"Amor, amor, amor. Te prometo que de ahora en más, sólo recibirás cosas lindas de mi. Viviré con el único propósito cada día que limpiar lo que he hecho y ser digno de tu amor. Yo se que soy medio bruto y que hay cosas que no entiendo, pero si aún me amas, todo esto que te digo es posible..." Raúl clavó sus ojos en los de ella buscando respuesta. Ella alzó los ojos llenos de pasión deteniéndose en los de él. Entonce él lo supo. Solo un segundo, como una descarga eléctrica. Pudo atisbar, sentir el influjo de ese amor hondo del que ella hablaba y que él era incapaz de sentir de esa forma en carne propia. La besó intensamente un largo rato.
En el silencio de los labios, ambos sintieron el poder de la inexplicable química que los unía. El bruto y la pureza, el práctico y la artista, el actor y la soñadora, y aún así, eran tan parecidos...

Enigmáticamente, -de repente, volvimos al telón, mi escenarito, y mi presentador pequeño y bigotudo- se amaron cada uno a su forma, y esa forma satisfajo a cada uno por igual. Unos necesitados de ser amados, otros de amar. Uno de tierra otro de cielo, eran uno. Uno solo.



A veces, la infidelidad tiene la calidad de un acto ingenuo,casi de niño. La obtención del objeto valioso...la rubia que parece modelo, la hermosa de la fiesta, se trata de lo que da al hombre el haber tenido esa mujer, o lo que le da en ese momento, ese placer que luego será historia nostálgico-sentimental ..esas que algunos necesitan coleccionar para llenar los días. Que parecieran no cansarse de coleccionarlas, unas tras otras, siempre iguales en esencia, toda la vida. Porque no saben aún, que puede haber algo más.

Pueden decir buscar algo más, pero aquel que salta de unos brazo a otros de la misma forma, busca fuera algo que ha de encontrar dentro.

Y ese "algo más" tan misterioso que hace soñar con el amor a los corazones humanos de toda la historia, es algo posible de encontrar una vez que ya no se busca fuera lo que sólo uno mismo puede darse.

Inspirado en las peliculas norteamericanas más que tiernas de fines de los 50, como "Amor al atardecer" con Audrey Hepburn y Gary Cooper.

Ah. Olvidé darle lógica al título. Está por capricho entonces.
Muchas gracias.

Próximo acto: Aún sin título.

Ta la vista. Soy tan melosa que doy asco.

1 comentario:

Mar dijo...

"En el silencio de los labios, ambos sintieron el poder de la inexplicable química que los unía. El bruto y la pureza, el práctico y la artista, el actor y la soñadora, y aún así, eran tan parecidos..."
Gracias por escribir para nosotras Ortito..